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El Buen Vivir como alternativa al desarrollo


Economistas sin Fronteras

Con el Buen Vivir como propuesta naciente del pensamiento de los pueblos indígenas amazónicos y andinos que se ha extendido a la reflexión crítica latinoamericana no sólo ha emergido una propuesta que cuestiona el desarrollo convencional, también irrumpe una propuesta que va más allá al plantear alternativas a éste. Será tanto el pensamiento indígena como filosofía que sustenta al Buen Vivir, como las resistencias a la colonización lo que hará posible la visibilización de una propuesta  decolonial  y la búsqueda de alternativas ante la globalización neoliberal en los procesos constituyentes en Ecuador y Bolivia.


En esos procesos que transcurrirán a principios del siglo XXI convergerán actores sociales muy diversos que hacen que el Buen vivir exprese una formulación mixta, es decir, que se entienda como un aporte no sólo de los saberes indígenas pero también como de otros pensamientos que provienen de corrientes críticas dentro de la modernidad occidental. El hecho de que el Buen Vivir se presente en sus concepciones originales como contingente a los contextos culturales e históricos desde los que se interpreta ofrece un ejemplo de su pluralidad y hace difícil su reducción a conceptos occidentales como los de bienestar o calidad de vida.

Actualmente en torno al Buen Vivir y estos procesos han surgido interesantes debates. Entre los más intensos está la disputa por el sentido político del concepto y la forma en que debe aplicarse, pero también merecen atención las reflexiones sobre el papel que han podido tener para su construcción discursiva la combinación de fuerzas contestatarias a niveles locales y globales. En el debate sobre futuros alternativos será decisivo el contexto de contestación política global acerca del modelo de desarrollo hegemónico y el papel decisivo de las organizaciones y movimientos locales para su construcción.


Otro de los aspectos más importantes es que  entre los elementos que estructuran el Buen Vivir  se encuentra el desarrollo de otra economía orientada a las necesidades humanas y el bienestar. Este sistema económico que pretende desplegar es definido como social y solidario y se presenta como alternativa al maldesarrollo. Con una racionalidad diferente a la economía convencional, la economía del Buen Vivir busca la sostenibilidad de la vida de las personas, no se orienta a la acumulación de capital sino a la suficiencia a partir de relaciones de cooperación y complementariedad, centrando su interés en los intereses de la comunidad y la naturaleza, orientando sus capacidades a la resolución de necesidades sociales.


Una vez que nos despojamos de una posible visión folclórica sobre el Buen Vivir es cuando desde Europa se puede apreciar toda la potencialidad que tiene este paradigma societario. En un escenario en el que el maldesarrollo de las sociedades occidentales se manifiesta con mayor fuerza en el deterioro ambiental de las ciudades y la crisis socioeconómica, nace la pregunta sobre cómo pueden construirse su propio Buen Vivir. El debate que se abre puede ser muy interesante. Aunque no esté claro conviene recordar que el Buen Vivir es plural y es específico a cada contexto social e histórico, por tanto conviene dirigir nuestra mirada hacia fuera pero también a las propias corrientes de pensamiento crítico dentro de la modernidad y aquellos saberes que dentro de occidente han sido invisibilizados por el pensamiento hegemónico.


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