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  • Foto del escritorREVOLUCIÓN ecoSOCIAL

Refutar nuestro mundo radicalmente


Traducción Santiago Perales

Editado por R. E.S.


¡Abajo el indus­tria­lismo!, que es incom­pa­tible con el urgente regreso a los 280 ppm (partes por millón) de CO2 en la atmós­fera. Si conti­nua­mos con un tipo de socie­dad que demande dema­siada energía esta­re­mos cami­nando rumbo a una trans­for­ma­ción radi­cal del clima y de forma irre­me­diable durante los próxi­mos 500.000 años.


¡Abajo todas las socie­dades devo­ra­das por la locura, por la búsqueda de la gran­deza, la desme­sura! Esas socie­dades que bajo el solo pretexto del poder” y la “poten­cia” dan a luz a estruc­tu­ras jerárqui­cas sobre la más amplia super­fi­cie posible, funda­das en conquis­tas aborrecibles de pequeños pueblos que sólo pedían conti­nuar su vida tranqui­la­mente.


Raíces ya ates­ti­gua­das de hace 6.000 años con las prime­ras ciudades en Meso­po­ta­mia -donde los arqueó­lo­gos detec­ta­ron la apari­ción de las prime­ras locu­ras de la gran­deza. Esas prime­ras socie­dades, dema­siado nume­ro­sas, resul­tantes de las guer­ras y de la sumi­sión de los venci­dos, del poder exor­bi­tante de prín­cipes cuyo orgullo y desme­sura (del griego hubris) se traduje­ron por grandes monu­men­tos inútiles”: esas torres llama­das zigu­rats. ¡Siempre la misma farsa de los ricos desde hace 6.000 años!.


No debe­mos ser como ATTAC por un alter capi­ta­lismo”, ni querer otra civi­li­za­ción," una ¡“alter civi­li­za­ción”!. Todas esas pala­bras con alter” indi­cios del pensa­miento […]alte­rado (¡fue idiota haber inven­tado el alter-mundia­lismo”… y porqué no una alter pena de muerte, ya sabe, ¡lo bio (la alimen­ta­ción bioló­gica) y el comer­cio justo!)...


El concepto de civi­li­za­ción fue inven­tado en 1756 por Mira­beau: los euro­peos infla­dos de orgullo se decían civi­li­za­dos respecto a los débiles que (claro) debían ser colo­ni­za­dos: los salvajes, que será además fue el razo­na­miento de Léon Blum el 9 de Julio de 1925 (para justi­fi­car la repre­sión en el Rif, en Marrue­cos, contra la valiente resis­ten­cia diri­gida por Abd El Krim: Blum deci­dirá enviar allí el héroe de Verdun: ¡el maris­cal Pétain!) que dijo: “amamos dema­siado a nues­tro país para negar la expan­sión de la civi­li­za­ción fran­cesa. Admi­ti­mos el dere­cho y hasta el deber de las razas super­iores de atraer hacia ellas las que no han conse­guido el mismo grado gracias a los esfuer­zos de la cien­cia y de la indus­tria”.


Reco­no­ce­mos casi las mismas pala­bras en Jules Ferry en 1885 para ¡jus­ti­fi­car las colo­ni­za­ciones en Indo­china y en África! Y también en 1952 Félix Gaillard, secre­ta­rio de estado a la presi­den­cia (para justi­fi­car la indus­tria atómica), expli­cará que las naciones que no seguirían la vía del desar­rollo gracias a la física atómica serian en 25 años:“tan atra­sa­das frente a las naciones nucleares como lo son los pueblos primi­ti­vos afri­ca­nos hoy frente a las naciones indus­tria­li­za­das”…


Hoy con el retro­ceso adqui­rido gracias a la toma de concien­cia de la situa­ción suicida a donde lleva la moder­ni­dad, sabe­mos que la civi­li­za­ción fue desde su comienzo un proyecto absurdo y que los pequeños pueblos modes­tos, equi­pa­dos técni­ca­mente de lo estricto de lo mínimo, eran los que tenían razón… Y además, en estas socie­dades, la noción de trabajo no existe. Y pensar que esas socie­dades (que habían encon­trado las claves de la feli­ci­dad, el progreso en el verda­dero sentido del término) mata­ban de risa a los orgul­lo­sos euro­peos descu­brién­do­los bajo los trópi­cos o más allá del Ural, en Asia del Norte o hasta el otro lado del Atlán­ti­co… divir­tién­dose, tratán­do­los de ¡primi­ti­vos, de salvajes, de atra­sa­dos!

Desco­lo­ni­zar el imagi­na­rio es salir de una buena vez por todas de ese prejui­cio de super­io­ri­dad de los colo­ni­za­dores, aban­do­nando el viejo voca­bu­la­rio que justi­fi­caba la expan­sión colo­nial.


Desde entonces los ecolo­gis­tas radi­cales dicen ¡abajo la civi­li­za­ción! ¡viva el salvajismo!

Vivan las múltiples silvi­li­za­ciones (del latín sylva, el bosque); abajo la civis, la ciudad, ¡lugar de amon­to­na­miento humano y de explo­ta­ción de las pobla­ciones campe­si­nas circun­dantes, de las cuales depende la ciudad para su alimen­ta­ción!.


Abajo el desar­rollo, viva su contra­rio: ¡el envol­vi­miento!

Soli­da­ri­dad con los pueblos pequeños que todavía tienen el saber y la expe­rien­cia de la vida tranquila y autárquica. En el último recuento, hablan 6.900 lenguas dife­rentes, pero por doquier la etno­di­ver­si­dad está amena­zada, sea direc­ta­mente: geno­ci­dio; sea indi­rec­ta­mente, etno­ci­dio…


Es de ellos de donde los ecolo­gis­tas radi­cales pueden inspi­rarse para redes­cu­brir el arte de los esti­los de vida con baja huella ecoló­gica, el arte de consti­tuirse en micro-socie­dades de talla humana, donde todo mundo conoce a todo mundo y donde las estruc­tu­ras jerárqui­cas están fuera de juego, ¡inde­cen­tes¡. Con la agri­cul­tura moderna en Esta­dos Unidos se invier­ten 7.4 calorías para cose­char 1 sola. Con la agri­cul­tura tradi­cio­nal de los Yano­mami en el Amazo­nas: por 1 caloría inver­tida (útiles: solo la energía muscu­lar, y ningún input) cose­chan 19.8 calorías.

Ecología radi­cal: radi­cal­mente refu­tar nues­tro mundo

Ninguna tregua: ¡todo está para mandarlo al diablo! Los ecolo­gis­tas radi­cales no son ositos de peluche”, gente educada, que ponen aten­ción en no utili­zar más que los medios de acción “exqui­si­tos y distin­gui­dos (NdT: “pijas”, “fresas”)” dignos de su buena educa­ción, refi­nada, pulida. ¡No!, ¡Los ecolo­gis­tas radi­cales son gente peli­grosa!. A los ricos, los patrones, los empre­sa­rios y a los polí­ti­cos les conviene levan­tar barri­ca­das. En 1789 no retro­ce­di­mos frente a nada para que los aristó­cra­tas devol­vie­ran la garganta. Hoy, es el turno de todos los conta­mi­na­dores, mani­pu­la­dores publi­ci­ta­rios e inver­sio­nis­tas, de morir de miedo. ¡Porque los radi­cales están llegando!


Los de la peor espe­cie: ¡los ecolo­gis­tas!

En efecto, la ecología es el replan­tea­miento total del deli­rio engreído plurimile­na­rio de los occi­den­tales. Es el fin del antro­po­cen­trismo y por lo tanto de todas las reli­giones mono­teís­tas, el regreso a las visiones del mundo biocen­tris­tas, las que impul­san a vivir en paz con nues­tras herma­nas las plan­tas y nues­tros herma­nos los animales, porque no hay justi­cia más que cuando todas las espe­cies vivientes compar­tan la bios­fera de forma equi­ta­tiva. ¡Los huma­nos no tienen que ocupar todo el espa­cio!. Actual­mente, entre las 5.000 espe­cies de mamí­fe­ros, una sola repre­senta el 90% del peso de la biomasa de todos los mamí­fe­ros: ¡la espe­cie humana, agre­gando a eso el peso de los animales de sus cria­de­ros!. ¡Las otras 4.999 espe­cies deben conten­tarse con el 10% del peso de la biomasa restante!. ¡Escan­da­loso e injusto!


¿Cri­sis? No, no es una crisis: vivi­mos la fase final de la agonía termi­nal.

Entre el 2020 y el 2060, habrá MILLONES de muer­tos con el fin de los recur­sos ener­gé­ti­cos, la multi­pli­ca­ción de los acci­dentes nucleares (la radio­ac­ti­vi­dad ya ha matado 63.200.000 perso­nas desde 1945, el fin de los recur­sos mine­ros, la multi­pli­ca­ción de los cánceres y otras enfer­me­dades cróni­cas causa­das por los produc­tos quími­cos y las ondas elec­tro­ma­gné­ti­cas. Millones de muer­tos: el índice de morta­li­dad será cada día 150 veces más elevado que durante la segunda guerra mundial […] Migra­ciones masi­vas de pobla­ciones, con los prime­ros efec­tos noci­vos del cambio climá­tico, engen­dra­rán cris­pa­ciones racis­tas de pueblos que se sentirán inva­di­dos, les seguirán guer­ras civiles, guer­ras civiles, hambru­nas, epide­mias mucho más graves que la de la peste negra de media­dos del siglo XIV…


Nunca sere­mos “9 millones en el 2050”

Esta dramá­tica caída en la pobla­ción se va ralen­ti­zar pera los años 2070 y final­mente los huma­nos solo serán 1 millón en el 2100, como lo indi­can las esca­lo­friantes curvas del demó­grafo Paul Chefurka que nos mues­tran la constante para­lela desde hace 300 años entre la curva de los recur­sos ener­gé­ti­cos (cuyo derrum­ba­miento es inmi­nente, sobre todo del petró­leo) y la curva de pobla­ción.


Tanto como decir que noso­tros, que nos reuni­mos sensa­ta­mente para discu­tir de la ecología radi­cal, no nece­si­ta­mos escon­der­nos: ¡la mayoría de noso­tros, vamos a morir de muerte violenta y será todavía peor para nues­tros hijos!. ¡Sobre todo si conti­nua­mos viviendo en el seno de las socie­dades indus­triales y de las zonas sobre­po­bla­das!


¿Que hay que hacer cuando el Tita­nic se hunde?

En todo caso, no quedarse den­tro. Y no hay tiempo para jugar al boyscout cató­lico de la gentil tran­si­ción: ¡Es un cambio radi­cal, se trata de algo brusco!

Pero como en el momento del naufra­gio, hasta el último minuto la gente conti­nuó prefiriendo la distrac­ción: ¡se toca­ban bellas piezas musi­cales en los salones del Tita­nic!. De la misma manera que aquí, la gente se excita primero por abalan­zarse hacia la esta­ción de tren pari­sina Saint Lazare, porque escu­cha­ron que ahí tenía lugar ¡la aper­tura de un Burger King!

Bertrand Meheust tiene razón: ¡El ambiente no es de revo­lu­ción!. La gente está defi­ni­ti­va­mente creti­ni­zada, imbe­ci­li­zada por la socie­dad de consumo. Frus­lería hablar de demo­cra­cia: desde el prin­ci­pio de los años 1920, la dicta­dura de la mercancía se insta­laba con Lipp­mann y Bernays … y los marxis­tas ni vieron venir nada. Normal, porque esta­ban como los capi­ta­lis­tas, ¡hip­no­ti­za­dos por la vida moderna! Ya en su tiempo, Marx defendía los moder­nos Esta­dos Unidos contra los mexi­ca­nos atra­sa­dos, porque sólo juraba por la megaindus­tria y estaba del lado de los ingleses contra los primi­ti­vos de los indios que se revolvían contra la pene­tra­ción euro­pea … De ahí mi anticomu­nismo al igual que mi anticapi­ta­lis­mo…


En varios países de Europa hemos estado con los anarquis­tas que se defi­nen como anticiv (contra la civi­li­za­ción): en reuniones anuales en Ingla­terra, Cata­luña y Suecia entre otros. Ahí apren­de­mos dife­rentes técni­cas de sabo­taje y también de saberes y expe­rien­cias prác­ti­cas de la vida en total liber­tad, en la natu­ra­leza, en un estilo paleolí­tico como podemos ver entre las ya millón de perso­nas en América del Norte que hicie­ron sece­sión,  deser­ta­ron radi­cal­mente el sistema para vivir al fin, real­mente, de manera humana y armo­niosa. En Francia 6.000 perso­nas viven entre Foix y Saint Girons en Ariège, los prime­ros llega­dos después de mayo de 1968. Tantos testi­mo­nios de ambos lados del Atlán­tico para brin­dar una idea con el fin de salir de la socie­dad de consumo, ya que « consu­mir, es ser… forzado a ser…i­diota »! Es urgente irse de las ciudades porque vivir ahí la vida es perder su vida en ganarla trabajando: ¡uno debe vivir sus sueños en lugar de soñar su vida viviendo perezo­sa­mente en la ciudad!. ¿Pero irse a dónde?

Cree­mos por doquier las Z.A.D., (zones d’au­to­no­mie défi­ni­tive o “zonas de auto­nomía defi­ni­tiva”)tribus para volver al salvajismo, rebeldes a la civi­li­za­ción, consti­tuir en primer lugar grupos de vuelta al humano feliz, ense­guida conse­guir los medios para salir defi­ni­ti­va­mente de la socie­dad indus­trial: insta­larse en grupos, sin jerarquías, ahí donde la natu­ra­leza es todavía libre, marchando poco a poco a la vida cada vez mas autó­noma, autosufi­ciente, prime­ra­mente a nivel de la alimen­ta­ción, y después en todos los otros campos: reapro­piarse de los saberes y expe­rien­cias para fabri­car todo local­mente, con arte y amor, un himno a la belleza del  «hecho a mano». Bonito modo de vida con huella ecoló­gica cero. Cohe­ren­cia con la volun­tad de inte­grarse armo­nio­sa­mente en el ecosis­tema local, o sea, dejando todo el espa­cio que nece­si­tan las otras espe­cies vege­tales y animales: diver­si­dad máxima coha­bi­tando con la máxima etno­di­ver­si­dad. Entre las posi­bi­li­dades de «tier­ras a libe­rar» como conta­ban los anarquis­tas natu­ra­lis­tas en 1900, existe un depar­ta­mento en Fran­cia cuyo sur está recu­bierto de bosques y es del tamaño de Portu­gal, un espa­cio inha­bi­tado y garan­ti­zado sin conta­mi­na­ción de 2 hectá­reas, donde el Estado, por decreto en abril de 1987, acordó dere­chos de uso colec­tivo en su bosque patri­mo­nial: los ocupantes (okupas) tienen el dere­cho de quedarse gratui­ta­mente en el bosque bajo dos condi­ciones : Una, vivir en grupo ; Dos, vivir en autosubsis­ten­cia tradi­cio­nal, sola­mente con los recur­sos del bosque: pesca, caza, reco­lec­ción y jardi­nería a pequeña escala en los claros del bosque. Hablo de seminoma­dismo. ¡Que mejor para los… ecolo­gis­tas radi­cales!. Inútil comprar la tierra: ¡cré­dito hipo­te­ca­rio gratuito!. ¡Sufi­ciente espa­cio para un centenar de aldeas de rebeldes y artis­tas de la vida bella!

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