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Ecofeminismo para otra economía



Mariagiulia Costanzo Talarico para Economistas sin Fronteras

Las evidencias de los daños ambientales provocados por el sistema neoliberal son bastante notables, no es casualidad que hoy en día se están tratando los problemas ecológicos con urgencia, denunciando tal sistema por parte de muchos ámbitos a la vez (academia, opinión pública, movimientos sociales, organizaciones mundiales, etc.). Por esta razón me parece fundamental la aportación ecofeminista, que visibiliza la vinculación opresiva entre la sociedad y el medio ambiente y entre las mujeres y los hombres, incrementando al mismo tiempo la participación en la lucha ecologista de las mujeres. De hecho, creo que es interesante como la unión de dos protestas, feminismo y ecologismo, da lugar a un proyecto intelectual que propone la transformación de la realidad mediante la ruptura con la estructura dicotómica de pensamiento típica de la estructura del patriarcado. La última década del siglo XX ha sido testimonio de un aumento de protestas ecologistas, pero sobre todo de manifestaciones de mujeres implicadas en la lucha contra los impactos ambientales. La participación de las mujeres en el activismo ecologista en todo el mundo se ha visto incrementada, y según algunas estudiosas esto ocurre porque las mujeres se muestran más atentas al tema medioambiental, percibido al contrario por muchos hombres como “marginal” respecto a otras cuestiones políticas.

Los procesos neoliberales son responsables de un impacto ecológico sin precedentes y a la vez se apropian de la geografía global impulsando un desarrollo desigual, esto es particularmente patente en la ciudad donde todo se transforma en mercancía, incluso el espacio público o elementos inmateriales como el estilo de vida. En este sentido, el aporte de las mujeres a los movimientos sociales que impulsan la reapropiación del espacio público urbano es fundamental. En efecto, el movimiento y las prácticas ecofeministas se están expresando en contra de un sistema en donde se verifican desigualdades estructurales de género, violencia machista, agresión sistemática a la naturaleza, concentración jerárquica en la distribución, proponiendo volver a la centralidad de la vida. La perspectiva ecofeminista reflexiona sobre la opresión de la mujer y la naturaleza, denunciando en ello la mirada androcéntrica y antropocéntrica y una estructura económica neoliberal que se sostiene sobre el trabajo invisibilizado y no remunerado de las mujeres. En los movimientos urbanos, el empuje procedente de las mujeres ecofeministas está aportando un pilar basado en la interdependencia entre los componentes de las luchas y la necesidad de los cuidados como una de las máximas reivindicaciones y lo que es más, está evidenciando la ecodependencia y la vulnerabilidad de los cuerpos de los seres humanos, en contra de lo que este sistema deja creer. De esta forma, el ecofeminismo promueve una mirada que desvela el papel de las mujeres en la protección del territorio reivindicando una reconexión con la tierra.

Si bien coincido con las líneas generales planteadas en la conferencia sobre “Expulsiones en la economía global” y en el “Diálogo sobre neoliberalismo y ecofeminismo”, en mi opinión el sujeto transformador no es sólo el “urban subject” como dijo Saskia Sassen y como confirmó Yayo Herrero. De hecho, muchas autoras latinoamericanas. como por ejemplo Gloria Patricia Zuluaga Sánchez, evidencian como no existe un solo ecofeminismo, sino ecofeminismos que contribuyen a producir una perspectiva crítica que, entre otras cosas, aportan a incrementar la participación en la lucha ecologista de las mujeres maginadas como campesinas e indígenas. En este sentido, el ecofeminismo llama la atención sobre grupos de mujeres históricamente invisibilizados, ni siquiera considerados como sujetos económicos, sociales, políticos ni culturales. Además, en lugares donde los territorios están sufriendo el saqueo del extractivismo, la perspectiva ecofeminista enfatiza como el cuerpo femenino y la naturaleza tienen una lucha en común, es decir la lucha para liberarse del dominio y de la violencia del patriarcado.

El ecofeminismo aporta una perspectiva filosófica y política para construir las propuestas alternativas de producción y consumo. Sin embargo, yo pienso que para la construcción real de alternativas, los ecofeminismos deben tener un enfoque decolonial: en los territorios metropolitanos la recuperación de una memoria biocultural es casi imposible debido al hecho de que el estilo “urbano” ha conseguido borrar tal memoria. Quienes tienen una real conciencia del territorio en un sentido más profundo son las mujeres del Sur, que vienen de realidades donde las cosmovisiones locales todavía son vivas. En mi opinión, los ecofeminismos del Norte y los urbanos necesitan inspirarse en los ecofeminismos rurales y del Sur, invirtiendo los roles clásicos de la mirada colonial y permitiendo un dialogo que rescate los saberes de las mujeres que han sido históricamente silenciadas y ninguneadas.

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